
Hugo fue mucho más que un seguidor del Alemán; su amor incondicional por el club lo transformó en un ícono para los hinchas
.
Cuando Tesorieri inauguró su estadio, él, como el fanático número uno, fue aclamado por toda la tribuna del Tesho. Entre aplausos y cánticos de “¡Olé, olé, olé, Hugo, Hugo!”, recibió emocionado el cariño de la gente.
A lo largo de los años, su presencia era frecuente en la esquina de Avenida Belgrano y Tucumán, así como en la estación de servicio de Avenida Italia, donde muchos lo recuerdan con cariño. Sin embargo,
En sus últimos años, debido a problemas de salud que le dificultaban caminar, se mudó a la zona norte de la capital, donde vivía con una sobrina.
Huguito, como lo llamaban con afecto, a sus 78 años, dejó una huella imborrable en el corazón de diversas generaciones de catamarqueños.