En la recta final de su mandato, los concejales capitalinos Fernando Navarro, Gilda Godoy y Carlos Rubén Álvarez decidieron despedirse del recinto con una postura que cayó como un golpe bajo entre los trabajadores municipales. Votaron en contra de la incorporación del artículo 93 al Régimen de Licencias, Justificaciones y Franquicias de la Ordenanza 1368/86, una modificación que simplemente buscaba equiparar derechos entre el SOEM y el gremio docente municipal SIDCA. No era un privilegio, no era una ventaja política: era igualdad.
Pero los ediles eligieron otra cosa. En un gesto que el gremio considera “repudiable”, volvieron a demostrar la distancia que existe entre ciertos representantes y la realidad cotidiana de quienes sostienen la ciudad con su trabajo. Así, terminan su ciclo en el Concejo: desconectados, sin sensibilidad social y dejando atrás un vacío político histórico, ya que el partido que los llevó a sus bancas quedará por primera vez sin representación desde el regreso de la democracia.
El contraste es inevitable. Mientras Navarro, Godoy y Álvarez se retiran entre críticas, el SOEM celebra 80 años de vida institucional, una trayectoria que no estuvo libre de dificultades, pero que en los últimos años exhibió un avance notable. Conducción ordenada, superávit, obras de envergadura como el Predio Padre Mujica —con complejo deportivo, salón de fiestas y un escenario techado—, el funcionamiento pleno de la sala velatoria propia, y un edificio céntrico que alberga desde un teatrino hasta una radio. Todo financiado y sostenido por el esfuerzo de los municipales, bajo la gestión del secretario general Luis Álamo y la secretaria adjunta Eugenia Varela.
Por eso, el golpe duele. No por lo administrativo —que seguramente podrá resolverse—, sino por el mensaje político y humano: una decisión que, lejos de acompañar a quienes trabajan todos los días por la ciudad, parece castigarles el simple hecho de organizarse, crecer y defender sus derechos.
“No son los primeros que intentan perjudicarnos; ojalá sí sean los últimos”, expresaron desde el gremio, dejando claro que su respuesta será la misma de siempre: organización, institucionalidad, compañerismo, solidaridad, honestidad y administración transparente. Valores que, en momentos como estos, toman más fuerza que cualquier votación circunstancial.
El SOEM avanza. Los trabajadores también. Y, como señalan puertas adentro del gremio, lo que no quieren volver a ver son dirigentes que, como Navarro, Godoy y Álvarez, ocupen lugares para los que —en su opinión— no están a la altura. La política, cuando se aleja de la gente, deja cicatrices. Pero también deja lecciones.
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