Paula Doering y su pareja, Facundo Herrera, Ambos son oriundos de la provincia de Catamarca, pero fue en Córdoba donde se conocieron y empezaron a construir su vida juntos. Empezaron a ver que la vida en la provincia vecina se volvía insostenible, supieron que necesitaban un cambio radical. Trabajaban más de 12 horas diarias, luchaban para pagar un alquiler cada vez más caro y vivían en un barrio que se volvía cada vez más inseguro.

Sin embargo, el inicio no fue fácil. Apenas llegaron, fueron víctimas de un robo en la casa donde se alojaban. “Fue una experiencia muy traumática. Estábamos en un país nuevo, sin red de contención, y de pronto nos enfrentamos al miedo y la vulnerabilidad”, cuenta Paula en dialogo con INFORAMA. Lejos de desalentar su proceso migratorio, esa situación terminó por fortalecerlos. “Nos hizo ver que, aunque habíamos dejado atrás muchas dificultades, comenzar de cero también implica atravesar nuevas pruebas”, agrega.
“Nos motivó la necesidad de empezar de nuevo. A pesar del amor por nuestra tierra, la inestabilidad económica y la inseguridad afectaban nuestro día a día”, añade Paula. Junto a Facundo, eligieron Portugal como destino. La decisión no fue casual: Portugal no requiere visa para entrar, permite buscar trabajo y regularizar la situación migratoria desde adentro, y ofrece un clima y un estilo de vida que se asemejan al argentino, sumado a la calidez de su gente.
Pero emigrar no fue solo un cambio geográfico, sino un profundo proceso emocional. En medio de ese camino lleno de desafíos y aprendizajes, surgió la idea de Almas sin Fronteras, un proyecto que combina identidad, pertenencia y acompañamiento emocional para quienes viven la experiencia migrante.

“Nos preguntamos: ¿cómo transformar este duelo migratorio en algo positivo?”, comenta Paula. La ayuda desinteresada que recibieron de otras personas de diferentes nacionalidades los inspiró a crear un espacio para devolver esa solidaridad. Así nació Almas sin Fronteras, inicialmente una tienda online, que rápidamente se convirtió en un lugar de contención y encuentro para migrantes.
El emprendimiento ofrece productos con un fuerte significado cultural —tazas con frases sobre la nostalgia, ilustraciones que conectan con las raíces y objetos que celebran la identidad latina—, y también se convierte en un espacio para compartir historias, experiencias y emociones. Los mensajes de quienes se sienten identificados y acompañados dan sentido al proyecto.
Para Paula y Facundo, mantener la identidad no es renunciar a lo nuevo, sino integrar ambas realidades. “No hay que elegir entre ser de acá o de allá, se puede ser de ambos lugares a la vez”, afirma. En su día a día en Portugal siguen tomando mate, cocinando empanadas y escuchando música argentina, mientras aprenden a convivir con las nuevas costumbres y el ritmo más tranquilo de la vida portuguesa.
La historia de Paula y Facundo es un ejemplo de cómo migrar puede ser también una oportunidad para crear, para transformar el desarraigo en comunidad, y para fortalecer la identidad sin perder la esencia.
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